El deseo de no querer 

La historia de Leda y el cisne es uno de los relatos más sensuales de la mitología griega, y explica de manera alegórica las pasiones y debilidades humanas. Según el mito, el dios Zeus descendió del Olimpo en forma de cisne y se presentó ante Leda quien fue poseída por el animal dando a luz a sus hijos mortales. Nicole Mazza tomó este mito como punto de partida y a través de su bordado creó una nueva narrativa poética. 

La iconografía de Mazza es particular y propia, la artista trabaja con textiles y bordados para crear obras figurativas que en una primera instancia parecen escenas de mujeres dóciles, pasivas y sensuales, pero a medida que nos acercamos encontramos un twist, los cuerpos curvilíneos y danzantes cortan, castran y matan. En esta serie, hay ciertos elementos que se repiten como leitmotiv: las tijeras y los cisnes. Las primeras, herramientas de costura por excelencia, utilizadas para crear y hacer cosas útiles, representantes del women's work, son utilizadas en la iconografía de Mazza por los personajes femeninos cuyos cuerpos remiten a ninfas de la antigüedad o bien a las vírgenes presentes en las iglesias europeas, como armas de castración. El cisne, animal que desde la antigüedad y para muchas culturas, representa la espiritualidad, la luz, la pureza, la elegancia, la sabiduría divina y la purificación, aparece fragmentado en distintos lugares de la sala creando una atmósfera de extrañamiento. Hay un juego de contradicción que utiliza la artista constantemente para generar cierta incomodidad en el espectador e invita a reflexionar sobre la condición humana y la cultura en la que estamos insertos, donde los mitos de origen están atiborrados de hechos atroces como violaciones y concepciones erróneas del mal llamado amor romántico. 

Nicole Mazza siempre trabaja con imágenes que la interpelan ya sea porque las vivió o son parte de su historia e intimidad. En especial aquellas que se relacionan con el hecho de ser mujer en este mundo. La artista tiene una forma de trabajar metódica y en serie. Se obsesiona con un relato o imágen y lo vuelve su objeto de investigación. 

Hay un guiño de lectura para el espectador, la producción artística de Nicole tiene una estrecha conexión con la relación personal de la artista y dos mujeres clave en su vida. Por un lado, su abuela portuguesa, de quien aprendió a bordar siguiendo la mítica tradición de la región. Una católica practicante y una ferviente admiradora de las imágenes religiosas. Y por el otro, su madre, laica y de espíritu libre. Estas relaciones llevaron a Nicole desde un inicio a vivir un choque interno, una contradicción en el intento de complacer dos miradas opuestas que da como resultado la creación de piezas enigmáticas, contradictorias y producto de un relato íntimo y oscuro. 

Mazza desarrolla una iconografía muy característica para hablar del vínculo con su cuerpo y la relación con un otro; con un sello de identidad propio, resultado de la convivencia de diversos mundos y de una cultura visual peculiar, conviven en la obra de la artista imágenes religiosas, la culpa, la sexualidad, el ídolo, las pinturas renacentistas, los mitos y las simbologías.

El deseo de no querer es una puesta en escena donde el visitante se convierte en un personaje más de la producción visual de la artista, invita al espectador a adentrarse en un juego de un adentro y un afuera creado por una sucesión de arcos propios de una arquitectura religiosa -que remiten a un templo pagano o a una basílica católica. Permite que nos situemos en un interior lleno de patrones y texturas de un paisaje de ensueño para contemplar las imágenes producidas por la artista y entender cómo a partir de la unión de fragmentos, de zurcir recortes, y de bordar personajes Mazza resignifica un mito, se lo apropia y crea un nuevo relato entregando a Leda la posibilidad de otro papel. 



Irene Gelfman